En una jornada cargada de gratitud y orgullo comunitario, el Gobernación del Valle del Cauca exaltó a más de 5.000 dignatarios comunales de todo el departamento, en una ceremonia que resaltó su papel clave en la participación ciudadana, la organización comunitaria y la construcción del desarrollo local. Fue un acto de reconocimiento colectivo al compromiso silente que día a día mueve barrios, veredas y municipios.
La conmemoración —enmarcada en la celebración del Día de la Acción Comunal— reunió a líderes de Juntas de Acción Comunal, asociaciones y organizaciones territoriales, quienes recibieron su distinción como representantes de sus comunidades. Para muchos, el reconocimiento significó un homenaje a generaciones de trabajo voluntario: asesorías, gestión de proyectos, acompañamiento social, apoyo vecinal, y la defensa de derechos fundamentales desde lo local. Este gesto busca reivindicar el valor del liderazgo popular, visibilizarlo y fortalecer su legitimidad frente a las autoridades y la ciudadanía.
El acto contó con la presencia de autoridades departamentales que destacaron la labor de los comunales como puente entre el Estado y las comunidades. En su discurso, la mandataria resaltó que estos líderes no son intermediarios: son actores fundamentales en la democracia participativa, guardianes del tejido social y artífices de cambio. Precisó que el reconocimiento no es simbólico sino una manera de asumir compromiso: acompañar, dar recursos, formación y respaldo institucional a quienes asumen responsabilidades en sus territorios con vocación de servicio.
Más allá del reconocimiento, la Gobernación anunció medidas de respaldo: fortalecimiento del acompañamiento técnico-jurídico para las juntas comunales; apertura a nuevos ciclos de formación; y compromiso para facilitar recursos a proyectos comunitarios presentados por estos dignatarios. Esta apuesta busca transformar la acción comunal en una verdadera herramienta de desarrollo social, local y participativo, superando la burocracia y generando gestión real en barrio, vereda o municipio.
Para muchos de los homenajeados —que durante décadas han trabajado en silencio— este evento representa visibilidad, dignidad y esperanza. “No es solo un premio: es el reconocimiento de que nuestro trabajo vale, que ser comunitario no es fácil, pero sí necesario”, comentó una líder comunal durante la ceremonia. Historias como las de quienes han gestionado obras, abierto espacios culturales, defendido derechos o construido solidaridad quedan hoy en el centro de la escena.
Este homenaje también se convierte en un llamado a la ciudadanía: a valorar, apoyar y participar en los procesos comunales; a reconocer que detrás de cada calle rehabilitada, cada taller barrial, cada proyecto de vecindad, hay esfuerzos silenciosos de personas que creen en su territorio. Si el reconocimiento se articula con recursos, formación y acompañamiento real, la acción comunal del Valle del Cauca puede consolidarse como faro de democracia, desarrollo y cohesión social.
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