En medio de un panorama político convulsionado y bajo la sombra de su arresto domiciliario, el expresidente Álvaro Uribe Vélez volvió a mover las fichas dentro de su partido. Este domingo 17 de agosto, durante un foro virtual en homenaje al fallecido senador Miguel Uribe Turbay, Uribe lanzó un mensaje contundente: el Centro Democrático debe escoger a su candidato presidencial antes de que termine septiembre de 2025.
El anuncio llega en un momento de alta tensión para el uribismo y para el país. El magnicidio del joven senador Miguel Uribe Turbay, ocurrido el pasado 11 de agosto en un atentado sicarial, sacudió el tablero político y dejó en el ambiente un sentimiento de vulnerabilidad que ahora marca los tiempos de la campaña.
Una decisión sin más dilaciones
Uribe, pese a las limitaciones propias de la detención domiciliaria que enfrenta, se mostró firme en la necesidad de que su partido dé pasos concretos para no perder tiempo frente a sus rivales. Según explicó, el Centro Democrático debe resolver la escogencia de su carta presidencial en dos fases:
Definición interna del candidato oficial, exclusivamente entre militantes del partido.
Posible coalición con otros aspirantes que compartan afinidad programática y respeten los valores uribistas.
“La urgencia no es capricho, es necesidad. El partido debe tener candidato en cuestión de semanas, no de meses”, dijo con tono enérgico el exmandatario, subrayando que el proceso no puede prolongarse más allá de septiembre.
Los nombres en disputa
Uribe mencionó de manera directa a los cuatro precandidatos actuales del Centro Democrático: María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín y Andrés Guerra, todos con trayectoria en la colectividad y con visiones diversas sobre cómo enfrentar el camino electoral.
En un gesto de unidad simbólica, el expresidente pidió que los aspirantes se reúnan con Miguel Uribe Londoño, padre del senador asesinado, para definir un mecanismo de selección transparente. “El mejor homenaje a Miguel es dar muestras de cohesión en el partido y no abrir espacio a divisiones”, señaló.
Aunque la lista de aspirantes ya parece definida, Uribe dejó la puerta entreabierta para que un quinto precandidato pueda sumarse, siempre y cuando se trate de un militante formal del partido y no de un aliado externo.
El eco de la seguridad y la violencia política
Durante su intervención, el exmandatario no ocultó la preocupación por el clima de violencia que rodea la campaña. El asesinato de Miguel Uribe Turbay no solo fue un golpe moral para la colectividad, sino también un recordatorio de los riesgos que enfrentan quienes hoy levantan la bandera del uribismo.
“Tenemos amenazas permanentes y debemos cuidar la vida de los candidatos. El sacrificio de Miguel no puede ser en vano”, expresó con visible tono de dolor.
El expresidente advirtió que, ante las dificultades de movilización y seguridad, la estrategia digital debe ganar protagonismo en el camino hacia la campaña presidencial. “Mis condiciones personales implican esta privación de libertad… debemos hacer un esfuerzo importante a través de las redes para conectar con más colombianos”, dijo.
Coaliciones, pero bajo condiciones
Aunque la meta inmediata es la selección de un candidato único, Uribe no descartó la idea de entrar en conversaciones con otras fuerzas políticas de oposición al actual Gobierno. Sin embargo, advirtió que cualquier alianza debe garantizar “respeto a los valores del Centro Democrático” y confianza en la coherencia programática.
“Una coalición no puede ser un pacto de intereses. Debe ser un acuerdo de principios y compromisos claros con el país”, remarcó.
El peso de un escenario convulso
El llamado de Uribe ocurre en medio de una atmósfera cargada de incertidumbre. La confrontación abierta entre el Gobierno nacional y la oposición uribista ha subido de tono en los últimos meses. El asesinato de Miguel Uribe Turbay se convirtió en un punto de quiebre que no solo reconfigura la narrativa de la campaña, sino que también refuerza la idea de que el uribismo enfrenta un reto existencial en el escenario político actual.
La premura de septiembre como fecha límite parece reflejar no solo el interés en acelerar la carrera electoral, sino también la intención de enviar un mensaje de unidad en tiempos de dolor y turbulencia.
Un mensaje hacia adentro y hacia afuera
Para los analistas, el discurso de Uribe cumple un doble propósito. Por un lado, busca cerrar filas al interior del partido y evitar que la incertidumbre derive en fracturas internas. Por otro, pretende marcar la agenda política nacional, imponiendo al Centro Democrático como actor central en las elecciones de 2026.
Aunque el exmandatario enfrenta limitaciones judiciales y políticas, su palabra sigue teniendo eco dentro y fuera del partido. El reloj ya empezó a correr, y todo indica que en menos de seis semanas el país conocerá quién será la carta uribista para disputar la Presidencia.
Con este paso, Uribe reafirma que, aun desde la reclusión domiciliaria, conserva la capacidad de orientar la estrategia de su partido, recordando que en la política colombiana su voz sigue siendo decisiva.nario político convulso: tras el magnicidio de Miguel Uribe Turbay el pasado 11 de agosto y el clima de confrontación entre el Gobierno y la oposición uribista. El foro sirvió no solo para definir una ruta electoral, sino también para reafirmar la estrategia de confrontación discursiva.





