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lunes, agosto 18, 2025

Petronio Álvarez: la vitrina que impulsa a emprendedores del Pacífico y convierte a Cali en epicentro cultural

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La edición XXIX del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez no solo se escucha en los tambores y las marimbas: retumba también en la economía local y en los sueños de cientos de emprendedores que ven en esta fiesta un motor de impulso para crecer.

Del 13 al 18 de agosto, Cali vive un encuentro cultural que trasciende la música para convertirse en un espacio donde tradición, turismo y desarrollo económico se entrelazan. Lo que nació como un concurso para preservar las sonoridades ancestrales del Pacífico, hoy es un fenómeno cultural y social que mueve cifras millonarias y abre puertas a quienes convierten la herencia afro en innovación y emprendimiento.

Más que un festival: una plataforma de oportunidades

Este año, los organizadores proyectan un impacto económico cercano a los 5 millones de dólares, con la llegada de más de 34.000 turistas nacionales e internacionales. Visitantes que no solo disfrutan de los conciertos, sino que recorren con entusiasmo los pabellones gastronómicos, artesanales y de bebidas tradicionales, donde el talento emprendedor encuentra su gran escenario.

En cada stand se respira orgullo cultural: mujeres que mantienen vivas las recetas de las abuelas con sus encocados y tapao de pescado, jóvenes que reinventan la moda afro con accesorios contemporáneos, y comunidades enteras que transforman la madera, la tagua o las fibras naturales en artesanías que cuentan historias. Cada producto tiene detrás una narrativa que mezcla tradición con resiliencia, identidad y creatividad.

Turismo y cultura, un binomio que dinamiza la economía

El Petronio Álvarez se ha convertido en una marca de ciudad y en un referente internacional. No solo posiciona a Cali como capital cultural del Pacífico, sino que fortalece el turismo al atraer visitantes de distintas latitudes que encuentran aquí una experiencia integral: música, gastronomía, arte y comunidad.

Los hoteles reportan alta ocupación, el transporte incrementa su demanda, y los restaurantes y comercios se benefician de la marea de visitantes que recorren la ciudad. Pero lo más significativo ocurre en los corredores del festival: allí donde los emprendedores del Pacífico no solo venden, sino que establecen contactos, reciben pedidos y forjan alianzas que les permiten proyectar su negocio más allá del evento.

Guardianes de la identidad y gestores de desarrollo

El valor del Petronio no se mide solo en cifras. Cada emprendedor que participa es también un guardián de la identidad cultural y un gestor de desarrollo local. Para muchos, esta es la oportunidad de mostrar su trabajo a un público masivo, acceder a programas de fortalecimiento empresarial y visibilizar su aporte a la economía creativa del país.

María Teresa, una cocinera tradicional de Buenaventura, lo resume así: “Aquí no solo vendo mis platos, aquí le cuento al mundo que la cocina del Pacífico es memoria, resistencia y futuro. Lo que me llevo son clientes, contactos y, sobre todo, orgullo de saber que represento a mi gente”.

Como ella, decenas de emprendedores viven el festival como una escuela en vivo, donde aprenden a posicionar su marca, mejorar la presentación de sus productos y entender que la cultura es también una herramienta de desarrollo sostenible.

Un festival que construye región

El Petronio Álvarez, más allá de la música, se ha consolidado como un espacio de integración regional. Municipios de Nariño, Cauca, Chocó y Valle del Cauca llegan a Cali para compartir su riqueza cultural y al mismo tiempo generar oportunidades para sus comunidades.

Las instituciones públicas y privadas han entendido este potencial y, año tras año, fortalecen los espacios de formación, capacitación y apoyo a los emprendedores. En cada edición, el festival no solo exhibe productos, sino que impulsa procesos que trascienden en el tiempo y que permiten que las economías locales crezcan con base en la tradición.

El legado que deja el Petronio

Cuando caen los últimos acordes de marimba y se apagan las luces de la tarima, queda un legado que va más allá de la fiesta. Lo que el Petronio deja son nuevos emprendimientos fortalecidos, comunidades empoderadas y una ciudad que reafirma su papel como epicentro cultural del Pacífico.

La música sigue siendo el corazón del festival, pero hoy late acompañada por el talento emprendedor que convierte la tradición en motor de desarrollo. En sus 29 años, el Petronio ha demostrado que la cultura, cuando se vive con orgullo y se gestiona con visión, puede ser una palanca poderosa para transformar territorios.

El festival sigue creciendo, y con él, la esperanza de que cada emprendedor encuentre en este escenario no solo un espacio para vender, sino una plataforma para soñar en grande.

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