En la noche del jueves 18 de septiembre de 2025, un fuerte estruendo sacudió el oriente de Cali cuando un artefacto explosivo, al parecer una granada, fue lanzado contra la puerta principal de la cárcel Villahermosa. Aunque las primeras versiones descartaron víctimas humanas, el pánico y la alerta vecinal marcaron el episodio como otro episodio de inseguridad en un centro penitenciario que ha sido blanco de ataques en el pasado.
Testigos cuentan que dos hombres a bordo de una motocicleta pasaron frente al ingreso del penal y lanzaron el explosivo. Inmediatamente después se escuchó la explosión que sacudió barrios vecinos, generando miedo entre los habitantes. Cuerpos de Policía Metropolitana de Cali, unidades motorizadas y patrullas acudieron al lugar para acordonar la zona, revisar cámaras de seguridad y establecer perímetros de protección en torno al penal.
Hasta el momento, las autoridades han confirmado que no hubo personas lesionadas ni reclusos escapados. Ni el personal penitenciario ni los privados de la libertad registraron afectaciones. Tampoco se reportan daños estructurales significativos al edificio ni fugas.
Vecinos e internautas registraron en redes sociales videos de la detonación, mostrando el momento exacto, las reacciones de quienes escucharon el estruendo y la llegada de patrullas policiales. Algunos relatos señalan que el ruido se sintió con fuerza en zonas apartadas del suroriente de la ciudad.
La Alcaldía de Cali informó haber recibido reportes ciudadanos y desplegado acciones de comprobación inmediata. La Secretaría de Seguridad se encuentra en coordinación con la Policía Metropolitana y el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) para esclarecer responsable, tipo exacto del artefacto y rutas de escape de los presuntos autores.
Este episodio revive una serie de sucesos similares en Villahermosa. En junio de 2025, una granada lanzada contra el penal dejó cuatro dragoneantes del Inpec heridos y dos civiles, uno de ellos un menor de edad, por esquirlas. Ese ataque, también ejecutado por sujetos en moto, provocó suspensión de visitas y medidas especiales de seguridad.
El patrón es repetido: motos como medio de ataque, explosivos lanzados a la entrada del penal, heridos entre funcionarios y civiles que se encontraban cerca. Aunque esta vez no hubo lesionados, el precedente eleva la preocupación sobre la protección del sistema penitenciario y la capacidad de las autoridades para evitar este tipo de incidentes.
Organizaciones ciudadanas y defensores de derechos humanos han manifestado su inquietud frente a la frecuencia de estos ataques, que no solo afectan la integridad física de personas sino que erosionan la confianza en la seguridad pública. También reclaman mayor transparencia en los detalles que se ofrecen al público: ¿quiénes son los autores?, ¿se trata de bandas criminales locales?, ¿cuál es el mensaje detrás del ataque?
El Inpec, por su parte, ha sido llamado a reforzar protocolos de seguridad, revisar el estado de las cámaras, coordenadas de vigilancia, patrullajes nocturnos y rutas de acceso. Gobernación del Valle y entidades distritales tienen ya la presión de coordinar respuestas que disuadan nuevos atentados.
Aunque hoy no hubo víctimas que lamentar, la explosión ante Villahermosa dejó claro que la calma es frágil. En un penal que vuelve a ser blanco recurrente, cada detonación incrementa la tensión en la ciudad, y obliga a las autoridades a demostrar que pueden responder con eficacia.
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