Una jornada de mercados campesinos en la Plazoleta de San Francisco sacudió el corazón del agro del Valle del Cauca. Más de 150 asociaciones rurales lograron vender sus productos directamente al público, sin intermediarios, lo que representa un golpe de esperanza y dignidad para decenas de familias campesinas del departamento.
La iniciativa, promovida por el gobierno departamental, buscó conectar de forma directa a productores agrícolas con consumidores, eliminando intermediarios que reducen las ganancias de quienes siembran, cultivan y cosechan. En esta edición del mercado, los campesinos ofrecieron frutas, verduras, hortalizas y otros productos frescos; muchos de ellos cultivados en zonas alejadas, donde las oportunidades de comercialización son escasas y la dependencia de intermediarios suele ser alta. Vender a la mano el fruto de su esfuerzo se convirtió en una ganancia real, inmediata y justa.
Para quienes participaron, esta no fue una venta más: fue un reconocimiento a su trabajo, una apuesta por la economía campesina y una puerta abierta a condiciones dignas de vida. Productores de varios municipios contaron que, gracias a esta alternativa, recibieron mejores ingresos, pudieron planificar sus próximas siembras con tranquilidad y aseguraron el sustento de sus hogares sin asumir los costos usuales de intermediación. Según algunos de ellos, el verdadero valor del mercado estuvo en la transparencia de la transacción: precio justo, contacto directo con los compradores y el orgullo de dejar atrás la dependencia de terceros.
Más allá de un solo día de ventas, esta estrategia busca transformar la forma en que se articula la economía rural: fomentar circuitos cortos de comercialización, revalorizar la producción local y generar sostenibilidad para comunidades que históricamente han estado al margen del mercado formal. La apuesta tiene varios beneficios: incentiva la agricultura local, promueve alimentación fresca y saludable, y fortalece el tejido social y económico rural.
Para muchos compradores citadinos, apoyar estos mercados significa contribuir directamente al bienestar de quienes cultivan la tierra. Recorrer los puestos, elegir productos recién cosechados y pagar un precio justo —sin sobrecostos ni intermediarios— no es solo una compra: es un acto de solidaridad con el campo vallecaucano.
El reto ahora es mantener esta dinámica: repetir jornadas de Mercado Campesino con frecuencia, ampliar la participación de asociaciones, mejorar la logística y garantizar que los pequeños productores cuenten con las herramientas necesarias para producir, cosechar y vender con dignidad. Si se consolida, este modelo puede transformar realidades: del campo a la mesa, sin escalas ni pérdidas de valor.
Este éxito no es solo un dato estadístico: es esperanza, dignidad, ingresos para el campo y garantía de soberanía alimentaria para el Valle. Más de 150 asociaciones lo demostraron.
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